"Soy de enamorarme fácil: Son varios los pueblos a donde ansío irme a vivir. En cuanto a Mallorca, mi enamoramiento tuvo hitos: El primer golpe al corazón fue en Valldemossa. El pueblo, el primero de la Serra Tramuntana según vengas de Palma, está enmarcado por verdes terrazas de cultivo y destila una sencilla distinción de finales de siglo XIX. Sus calles sombreadas por enormes plátanos son una delicia para pasear, curiosear entre antigüedades, y comprar algún recuerdo autóctono de las Baleares.
Es casi obligado probar las ensaimadas, los pasteles dulces típicos de Mallorca, y cambiar los zapatos que estás usando por unas menorquinas de cuero crudo. Sin embargo, aunque no comas ni compres nada, hay dos cosas de Valldemossa que uno se lleva consigo. Son para siempre e imborrables: Una, la imagen de la torre verde-turquesa de La Cartuja (vista desde los jardines del ex monasterio de monjes cartujos y entre las camelias y frutales en flor es de lo más bonito que vi en mi vida). La otra, la romántica y secreta historia de amor que entre sus muros vivieron George Sand y Chopin."
Fuente MiNube.com
Es casi obligado probar las ensaimadas, los pasteles dulces típicos de Mallorca, y cambiar los zapatos que estás usando por unas menorquinas de cuero crudo. Sin embargo, aunque no comas ni compres nada, hay dos cosas de Valldemossa que uno se lleva consigo. Son para siempre e imborrables: Una, la imagen de la torre verde-turquesa de La Cartuja (vista desde los jardines del ex monasterio de monjes cartujos y entre las camelias y frutales en flor es de lo más bonito que vi en mi vida). La otra, la romántica y secreta historia de amor que entre sus muros vivieron George Sand y Chopin."
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